Una de las primeras herramientas que necesita cualquier taller es un banco de trabajo. Aunque hay muchos modelos a la venta, desde el sencillo Black and Decker Workmate, hasta bancos estilo europeo que cuestan miles de dólares, yo recomiendo que cada uno haga el suyo, desde el diseño hasta la ejecución final. Es un proyecto muy entretenido en que se practican muchas habilidades y se aprende mucho. Es, además, una herramienta con la que trabajará todos los días en el taller, así que vale la pena que esté tan personalizado como cada uno quiera. El mío es un banco estilo Roubo, inspirado en la famosa plancha número 11 de L’Art du Menuisier. Esta es la historia de su construcción.
Cuando empecé a pensar en mi banco leí los libros de Chris Schwarz (Workbenches y The Workbench Book), de Scott Landis y de Lon Schleining e hice varias versiones de planos detallados en SketchUp hasta decidirme por un estilo Roubo, como el que se ve en la famosa imagen de su libro «L’Art du Menuisier» (grabados aquí) y que promueve casi religiosamente Schwarz. Es un diseño de corte sencillo que cumple las principales funciones de de un banco sin pretender demasiado. Es una gran superficie de prensado.
En cuanto a la madera, escogí el sapán. Schwarz (y Roubo) recomiendan una madera densa y pesada (pino amarillo el primero y roble francés el segundo). El sapán es una de las maderas más duras y pesadas que se consiguen en el país, además de que me encanta el color. Según los estudios del Sena y la U. Nacional de Medellín, tiene una densidad de 0.97 g/cm3 (seca al aire) y un coeficiente de elasticidad (MoE) 246 x 103 Kg/cm2. Cualquiera que haya intentado trabajarla lo sabe: es dura, muy dura. Es pesada, muy pesada. Es perfecta para un banco de este tipo.
Compré la madera un año y medio antes de empezar a trabajar y la dejé secando al aire en el garaje. Corté las vigas en dimensiones gruesas y la arrumé, separando la del banco del resto. Me sobró bastante, que he usado para otros proyectos.
Tras el intento fallido de cepillar la tapa a mano, llegué a la conclusión de que no lo iba a lograr sin usar algunas máquinas que no tengo, como una planeadora y un cepillo (regruesadora). Le pedí a mi maestro y amigo Juan Carlos, en la EAOSD, que me dejara trabajar en mi banco durante su curso libre de máquinas. No alcancé a dejarlo armado durante el curso, pero quedó muy cerca de estar listo y ya lo pude terminar en Estudio 5-8.
Semana 1: Planeé y canteé las patas y chambranas. En el proceso de mover un bloque gigante de flor morado me corté el dorso de la mano con la punta del gigantesco pedazo de madera (aún no entiendo cómo). Fue una cortada fea, pero poco grave. La foto está aquí, pero no lo pongo directamente en el blog por consideración con quienes no pueden ver heridas sin sufrir un patatús.
Semana 2: Corté mis patas a la medida en la acolilladora y le ayudé a mis compañeros a seguir preparando la madera de sus bancos estilo EAOSD. Me las llevé para mi taller y corté los ensambles de las patas con la tapa, las famosas colas de milano que son el sello del banco estilo Roubo.
Semana 3: Mi compinche Merceano me ayudó a llevar la madera para la tapa que no cabía en mi carrito. Cinco vigas de 12x8x180cm. Planeé y canteé esas vigas y Juan Carlos me había recomendado reforzar la tapa con varillas roscadas y tuercas en lugar de solamente pegarlas. Trabajé toda la clase con un barreno haciendo huecos de 1/2″ para las varillas y fracasé.
Semana 4: Con una broca un poco más grande (9/16″ para una varilla de 1/2″), logré hacer los huecos y dejar pegando la tapa con un poco de trabajo después de almuerzo, mientras Juanca tallaba con una enorme pulidora. Una vez pegado, Antonio y Juanca me recomendaron lijar el sábado siguiente con lija 36 y una lijadora manual de banda. Mientras me hablaban de la lijadora, yo me imaginaba a mí mismo cepillando con mi Jack (Stanley #5) y mi Garlopa (Veritas BU Jointer). A ellos les pareció un poco descabellada la idea de cepillar semejante tablero de sapán a mano.
En 5-8, trabajé en el deslizador que va entre la tapa y la chambrana larga. Cepillé, corté la curva en la sinfín (con dificultades por problemas con la cinta y el soporte inferior que tengo que corregir) y luego limpié los cortes con un cepillo de vuelta. Las caras las alisé un poco con raspa y luego hice los huecos para los perros o prensas (holdfasts) con el berbiquí.
Semana 5: Llegué a clase armado con mi Jack, mi Garlopa y mi recta de referencia (straight edge), listo para sudar. Tres horas y media más tarde había planeado la cara superior. Había empezado bastante cóncava y ahora se veía muy bien.
Semana 6: De nuevo llegué con mi kit de aplanado manual y trabajé toda la clase, esta vez en la cara inferior. En total, entre la planeada y el cepillado de cada viga antes de pegar (con máquinas) y el cepillado manual después de armar el tablero, quedó una tapa de 6.5 centímetros de grueso un poco menos de lo que me habría gustado. El ancho quedó en 57 cm y dejaré el largo en 170 cm. ¡No preví bien tanto desperdicio!
En Estudio 5-8, trabajé en los cajones que ensamblan las patas con los espigos de las chambranas. El sapán acaba en el filo de las herramientas de manera fenomenal. Me tocó reparar mi formón después de cada cajón, pues quedaba completamente roto. ¡No desgastado, no romo, roto! Mi piedra japonesa grano 700 sufrió bastante y fue una gran oportunidad para practicar afilado. Hice siete de los ocho cajones. Completamente a mano. Con mazo y formón. No seguí la sugerencia de Schwarz (que seguiré para la tapa) de hacer los huecos primero con un berbiquí y solamente terminar con formones. Esta vez quería practicar hacer cajones rectos y limpios. Me quedaron bastante bien.
Semana 7: La semana anterior dejé pegando la prensa de pata (prensa vertical), pues no tenía una tabla tan ancha y me tocó usar dos y dejarla un poco más angosta de lo que había planeado en el diseño, de quince centímetros de ancho en la parte superior. Esta semana aproveché para cortar la forma general en la sinfín, arreglar las curvas con mi cepillo de vuelta plano y uno redondo de la escuela y para usar un taladro de árbol para perforar la pata y la prensa. El domingo, en mi taller, terminé de armarla y quedó bastante bien. Ahora tengo que tornear el palo para el tornillo. Lo haré bien sencillo.
Semanas 8, 9, 10 y 11. ¡Banco terminado!
En la última clase preparé la nueva madera para las chambranas aprovechando las máquinas de la escuela y abrí un bloque de flor morado al que tenía derecho por el curso. El trabajo continuó en Estudio 5-8.
Las colas de milano que ensamblan la tapa con las patas no son fáciles ni rápidas de hacer. Cada una me tomó alrededor de tres horas. La dificultad radica no solamente en la profundidad de las cajas que toca excavar (sumada a la dureza del sapán que me obligó a afilar los formones dos veces para cada ensamble), sino en los ángulos que son visibles desde el frente. Ha sido un tarea compleja en la que he cometido varios errores que tendré que reparar. Ninguno de los cuarto ensambles está perfecto, aunque ya en todos entran las patas.
Lo hice así:
1. Marqué con las patas, que ya tenían cortados los ensambles y luego taladré con un berbiquí y una broca auger de 5/8″ (los espigos son de 3/4″). Los huecos sobrepuestos del berbiquí los ajusté con formones.
Luego corté los ángulos de las colas de milano con un serrucho japonés (Dozuki) muy delgado. Este corte no fue nada fácil y me mostró que necesito practicar mucho más mi uso de los serruchos para cortar con mayor precisión y evitar errores.
Aunque pensaba que mis espigos habían quedado bastante bien, tuve que ajustarlos todos usando una lima gruesa y formones para que encajaran bien. Todos tenían defectos que impedían su funcionamiento. El proceso de ajuste para cada pata me tomó bastante tiempo.
Finalmente quedaron usables, aunque tendré que remendar mucho y están lejos de ser perfectos o del nivel de precisión que me habría gustado lograr.
Con estos ensambles listos, medí las chambranas cortas y corté los espigos. Esto es mucho más fácil que los ensambles anteriores y fue una nueva práctica con el serrucho, aunque todavía me toma mucho tiempo. Falta mucho práctica de esta habilidad.
El banco quedó listo y solo me falta hacer el tablado inferior. El actual está hecho de sobrantes.
Ha cumplido muy bien su función. Puedo prensar piezas de muchas maneras y es suficientemente robusto para no moverse ni flexionarse con ninguna operación.
Planos en SketchUp y textos:
- El plano de mi banco está aquí para SketchUp y aquí como un Google Doc.
Algunos libros sobre bancos de bancos de trabajo:
– Landis, Scott. The Workbench Book: A Craftsman’s Guide from the Publishers of Fine Woodworking (Craftsman’s Guide To). Taunton Press, 1987.
– Schleining, Lon. The Workbench: A Complete Guide to Creating Your Perfect Bench. Taunton Press, Incorporated, 2004.
– Schwarz, Christopher. The Workbench Design Book: The Art & Philosophy of Building Better Benches. F+W Media, Inc., 2011.
– Schwarz, Christopher. Workbenches: From Design And Theory To Construction And Use. Popular Woodworking Books, 2007.
– Primera traducción al inglés de una parte de «Roubo», donde, entre otros, habla del banco estilo alemán (un Roubo con una prensa en la cola): Williams, Donald C. To Make As Perfectly As Possible: Roubo on Marquetry. Lost Art Press LLC, 2013.
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